(El pan de los sueños)-Las horas que siguen a la salida del sol tienen una fuerza especial -decía María, mientras preparaba los elementos para amasar el pan: un recipiente con harina, aceite, levadura, agua tibia.
(...)
-Los alquimistas conocemos las fuerzas naturales ocultas en la vida cotidiana. Las especias, las esencias, los aceites son ingredientes mágicos y de efectos poderosos si sabes combinarlos. Te enseñaré a amasar el pan de los sueños, paso por paso ¡Ya lo verás!
(...)
-Amasar el pan de los sueños es una antigua costumbre de la aldea...(...). En él ponemos todas las virtudes, las fuerzas, las características que queremos tener cuando nazca ese nuevo ser que se está gestando dentro de nosotros.
-¿Cómo quieres ser tú? -me preguntó María de pronto, mirándome profundamente con sus ojos negros -.
-Todavía no me lo digas, sólo piénsalo. Cuando llegue el momento te lo preguntaré. Cada intención tuya, cada sueño tiene su correspondencia en el reino mágico de las especias y en los ingredientes de la cocina alquímica. Ahora te explicaré algo importantísimo -dijo tomando mi mano-. Tienes aquí la herramienta mágica por excelencia. La mano es la acción en el mundo concreto: ella puede bendecir, curar o herir... La palabra "manifestación", viene de "mano" y significa todo lo que puede ser tomado por ella. Tu mano es única y es signo de tu propia maestría y dominio. Debes conocer su potencia y saber dirigirla como una buena alquimista.
La realidad es plástica y puede asumir la forma que le demos -María extendió sus brazos suavemente y comenzó a mover sus manos como si entre ellas apresara una realidad sutil y le estuviera dando forma.
Levantó las dos manos hacia el cielo-. Tomamos la inspiración de aquí arriba, para construir nuestro nuevo ser con la energía más bella -Bajó luego los brazos y agachándose hizo el gesto de tomar energía de la tierra-. Y de aquí abajo tomamos fuerza -Se irguió nuevamente y con las manos a la altura del corazón, comenzó a moldear una idea fantástica, a juzgar por la expresión de su rostro-. Aquí se crean nuestros sueños -musitó con los ojos cerrados -. Aquí está el fuego de la pasión.
Cuando terminó de dar forma a quién sabe qué historia de sí misma, tranquilamente abrió los ojos y empezó a ordenar los elementos para amasar el pan.
-Anota -dijo, viendo mi intención de no perderme una sola palabra. Estos son los ingredientes del PAN DE LOS SUEÑOS. Los más profundos conocimientos son transmitidos entre las mujeres mientras hacen el pan. Amasar es natural y simple, y también es vital. Así es la sabiduría femenina. Va a lo concreto. Resuelve problemas. Ofrece soluciones.
-Un kilo de harina común, bien tamizada -comenzó risueña
-Doscientos cincuenta gramos de salvado de trigo finamente molido -dijo, acercando un cuenco. Un puñado de avena. Un puñado de semillas de sésamo. Un puñado de sémola de trigo. Un puñado de semillas de girasol -señaló una serie de pequeños cuencos dorados.
Tomó entonces una gran fuente roja y mezcló con suma concentración todos los ingredientes.
-El recipiente tiene que ser grande, redondo y bien profundo como éste -dijo, indicando la fuente, que debía tener de 35 a 40 cm de diámetro y unos 20 cm de profundidad.
-El trigo es un don de los dioses, desde la antigüedad se lo asocia con la vida. Por eso, con él se hace el pan.
¡Ah! el trigo, qué misterio, es tanto alimento para el cuerpo como para el alma.
-¿Por qué María?
-Porque es semilla de renacimiento, potencia latente, promesa de espigas. Por eso, junto con el vino y el aceite, el pan fue desde siempre una poderosa ofrenda ritual para los hebreos. Es bendición, alianza, elección...
-Ahora bien -prosiguió-, en este recipiente blanco prepararemos la levadura. Ella hará que podamos crecer como soñamos...
María tomó la fuente blanca.
-Tiene que ser profunda, Deberá contener una fuerza sutil, muy sutil y poderosa. La fuerza del crecimiento. A cincuenta gramos de levadura fresca, muy fresca, agregaremos dos cucharadas de harina común -dijo María colocando estos ingrediente en la fuente blanca. Ahora... -susurró la aldeana- mezcla la levadura con dos cucharaditas de azúcar y medio vaso de agua tibia. El agua es energía de nacimiento y el azúcar es alegría
pura -dijo sonriendo-. Ahora la dejaremos crecer, por lo menos al doble de su tamaño.
María señaló una jarra azul, también de cerámica de la isla.
-Mientras la levadura crece prepararemos el agua dulce. A un litro de agua bien tibia le agrego dos cucharadas de miel. Agua y miel, para una vida dulce, muy dulce -dijo-. La miel es una sustancia misteriosa, tiene extraordinarios poderes.
Ante mi pregunta silenciosa agregó como al pasar:
-Poderes de purificación y de revelación...
-Ahora preparemos la masa para que reciba las instrucciones -dijo. Y tomando el gran recipiente rojo, agregó una pequeña cucharadita de aceite de girasol-. Será suficiente.
-¿Aceite?
-Sí, el aceite fijará las intenciones que pronto agregaremos como ingredientes del pan de tus sueños. Y ahora sí, dime cómo desearías ser. Piensa en lo más espléndido para ti misma. ¿Qué pedirás al cielo? ¿Cuáles son tus sueños, tus anhelos?
Me quedé pensando... Mientras tanto María hizo un rápido repaso de los elementos. La fuente roja con la harina, los ingredientes mágicos preparados a un costado, la blanca con la levadura, la jarra azul con el agua dulce...
-Ahora sí llegó el momento -dijo.
Volcó el contenido de la fuente roja sobre la mesada...
-Quisiera ante todo ser dulce y transparente -dije con un hilo de voz. María agregó, una a una, cuatro cucharadas de miel.
-¡Quiero ser bella!
María agregó dos cucharadas de esencia de rosas.
-Ser apasionada y sabia en las artes del amor.
María espolvoreó las harinas con canela.
-Quiero tener siempre la fuerza para renacer.
La maga tomó un puñado de pasas de uva y las arrojó sobre la preparación con una sonrisa.
-¡Quiero crecer! ¡Expandirme! -dije con la voz entrecortada por la emoción.
María señaló sonriendo la fuente blanca.
-¿Un toque de fortaleza? -preguntó.
Asentí, mientras María agregaba una pizca de jengibre.
-¡Quiero ser fértil, creativa, gestar muchos proyectos! -dije, haciendo un gesto amplio. De mis manos salía fuego.
María agregó cuatro cucharadas de jugo de naranja, recién exprimido.
-Tiene la energía del sol -explicó y luego preguntó, con los ojos llenos de chispa -¿Un poco de suerte?
-Síiii... -. María agregó dos buenas cucharadas de esencia de vainilla.
-Que las hadas me revelen sus poderes secretos... -continué, recordando un viejo anhelo.
Cuatro clavos de olor aparecieron entre mis manos.
Respiré hondo...
-¡Quiero conservar siempre la alegría!
María espolvoreó las harinas con dos cucharadas de cáscara de limón, finamente rallado. Un rayo de sol entró por la ventana iluminando su blanco delantal, que se destacaba sobre el vestido negro.
-Llegó el momento decisivo. Daremos fuerza a tu proyecto. Lo mezclaremos con la potencia del cielo, que eso es ni más ni menos lo que simboliza la levadura en el pan de los sueños. -María hizo un pequeño hueco en la montañita de harinas, vertió el contenido de la fuente blanca y agregó el agua dulce de la jarra azul.
Comenzó a acariciar suavemente la mezcla
-Ahora -susurró-, amasará conmigo... Cuando la mezcla se desprenda de mi mano, el pan estará listo.
Transcurrió un tiempo indefinido, imposible de medir, entonces...
-¡Ya está! -susurró, trayendo un molde redondo enmantecado y enharinado-. Vuelca aquí la preparación. El molde debe ser redondo, esto te asegura la perfección. Debemos colocar los sueños de tu nuevo ser en un lugar seguro, donde no haya interferencias (...) Cuando el pan crezca al doble de su tamaño, lo colocaré a fuego suave en el horno. Dejaré el pan dorándose allí adentro hasta que esta ramita salga seca al hundirla en la masa. Eso querrá decir que el pan está listo.
Vio que yo contemplaba el fuego, fascinada.
-El horno es importante -susurró mirando las llamas -, tan importante como la pasión. Sin pasión... -dijo con énfasis, subrayando cada palabra- no hay ser nuevo. La masa, la harina y el agua son obra de la tierra. La levadura y la miel, los aceites y los condimentos son nuestros sueños de belleza y perfección. El fuego -dijo, haciendo una pausa-, ¡lo pone Dios!
-Es como si el fuego se encendiera con la oración... -arriesgué.
María me miró fijamente... sentí un estremecimiento.
-Hay -dijo- un tiempo de pausa, de espera, antes de colocar el pan en el horno. Debe elevarse y crecer, como hace un niño en el vientre de su madre -diciendo es to cubrió la masa con una seda celeste y la colocó en un ugar resguardado-. Crecer como una idea nueva que mantenemos en secreto... Como un cambio que deseamos mucho y esperamos en silencio. Todo lo recién concebido es delicado. Necesita cuidado, como tú
-María me miró con ternura-. Necesita amor, así como estás tú ahora en tu nuevo estado, que requiere mucha protección.
Una paloma blanca se posó en el antepecho de la ventana, y permaneció inmóvil. Algo estaba por suceder..
De "La conspiración de los alquimistas" de Hania Czajkowski