lunes, 5 de octubre de 2009

El hombre seduce en la cocina

Ahora los hombres cocinan para seducir

En Europa los llaman los Gastrosexuales. Tienen entre 25 y 44 años y pertenecen a las clases media y alta. Opinan especialistas


Jéssica Fainsod.

Que el amor entra por los ojos no es ninguna noticia. La novedad es que también la comida puede enamorar. ¿Novedad? Al menos para los hombres. Ya que, de un tiempo a esta parte, algunos intentan poner en práctica sus dotes culinarias. Sí, se arremangan, se ponen el delantal, toman el cucharón y se lanzan a la carrera de sostener la sartén sin que nada se derrame en el camino. Es más, hoy muchos prefieren tomar un curso de cocina antes que ir al gimnasio a engrosar sus músculos. Algunos lo consideran, incluso, antes que un pasatiempo, un estilo de vida.

En Europa los llaman gastrosexuales. Un nombre poco seductor si los hay, más atinado para una enfermedad gástrica. Pero a la consultora inglesa Future Fundation no le molestó para nada dicho mote. Y publicó una investigación en la que define a esta nueva generación como hombres profesionales, de 25 a 45 años, solteros o en pareja, de mediano y alto poder adquisitivo, aficionados por la cocina, culturalmente curiosos y viajeros. Los describe como unos sujetos que dedican su tiempo libre a cocinar menúes de lo más variados en sus casas y ocupándose con detalle de ir a los bazares a comprar utensilios y productos especiales. También son expertos en preparar una cena romántica, elegir los mejores restaurantes y los vinos más exquisitos.

"Desde siempre los que estudian para ser cocineros profesionales son en su mayoría hombres. Ahora se están sumando a la carrera las mujeres. Pero el boom de estos últimos años son los cursos de cocina para amateurs. Ahí sí que se llenan de abogados, ingenieros, médicos que en vez de ir al terapeuta vienen a aprender a cocinar para conquistar corazones. En la conquista funciona el salmón, los mariscos y un buen postre de chocolate", no duda Ariel Palacios, director del Instituto Argentino de Gastronomía.

Según el relevamiento de Future Foundation, un 53% de los hombres prepara alguna de las comidas del día. También aseguran que, en los últimos 50 años, el tiempo medio que dedican a la cocina pasó de 5 a 27 minutos diarios. El concepto surgió de una operación de marketing de la empresa inglesa Pur Asia, que el año pasado encargó un estudio acerca de hombres, comida y cocina, a partir del lanzamiento de un nuevo producto. "Queríamos saber si los hombres estaban cocinando más, por qué lo hacían y qué motivaba esos deseos. El fin era averiguar sus habilidades culinarias y los factores que influían en sus elecciones", detalló Paul Aikens, director de marketing de Pur Asia. A lo largo de 30 páginas, la consultora describió la esencia de estos nuevos hombres: solteros o divorciados que viven solos, demandados por sus parejas a que se ocupen de las tareas domésticas. Y a la hora de tener que colaborar, prefieren la cocina antes que planchar o fregar un inodoro.

La tendencia europea no es ajena a lo que ocurre en Argentina. De hecho, en el colegio de cocineros del Gato Dumas, cuenta Federica Consentino, responsable del área comercial y de marketing, que "lo que empezamos a notar es que cada vez hay más hombres mayores de 30 años, muchos ya divorciados, que se anotan para tener más armas para impresionar a las mujeres. Por lo general, están más interesados por los cursos sencillos, que tienen recetas ideales para agasajar. Estos cursos, de ocho clases de dos horas y media cada una, terminan siendo, para estos hombres, una salida con el beneficioso plus del aprendizaje. Además, cada clase reporta un menú armado. El menú más elegido es el sushi. Le pisa los talones la comida peruana".

sábado, 26 de septiembre de 2009

Deseos irresistibles?


Este artículo fue publicado en el Diario Clarín (Argentina) hace ya bastante tiempo, sin embargo por la claridad con la que fue expuesto el tema es interesante conocer o recordar qué nos sucede a nivel cerebral cuando tenemos el deseo de comer. Habla acerca de la compulsión a comer y de la dependencia a la comida, que es considerada una adicción.





REACCIONES. La imagen señala las partes activadas del cerebro ante el deseo de comer. Coinciden con las que se accionan ante el estímulo del alcohol o las drogas. (Foto: PNAS).


Esas vitales tentaciones

Por María Farber. De la redacción de Clarín.com
mfarber@claringlobal.com.ar


Una nueva investigación trae un viejo tema a la palestra: la adicción a la comida. ¿Novedad? El concepto ciertamente no lo es sino que pertenece a la vida cotidiana: "soy adicta al chocolate", reconocen millones de mujeres al sucumbir una y otra vez frente a una barrita envuelta en papel metalizado. Sin embargo, esta vez se trata de una prueba avalada por el peso de la ciencia, que permite comprender con profundidad conductas compulsivas relacionadas a la comida. Mediante un experimento, se implantó a un grupo de siete personas obesas un dispositivo que provocaba estímulos en su estómago y se midieron las reacciones que generaron las distintas sensaciones (de saciedad, de ansiedad) en el cerebro. La conclusión fue la esperada: las zonas cerebrales que se activaron frente al deseo de comer fueron las mismas que se registran en adictos a las drogas, al alcohol o al cigarrillo.

"Los mecanismos neurológicos que subyacen la sobrealimentación en la obesidad no son aún comprendidos. Evaluamos las respuestas neurobiológicas a un Estimulador Gástrico Implantable que induce la expansión del estómago vía estimulación eléctrica del nervio vago (o neumogástrico) para identificar los circuitos cerebrales responsables por sus efectos en la disminución de la ingesta de alimentos", apunta el equipo liderado por Gene-Jack Wang del Departamento Médico del Laboratorio Nacional de Brookhaven de Nueva York en un artículo publicado por la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

Luego se realizaron tomografías computadas para obtener imágenes, en las que se registraron las áreas cerebrales activadas. "Apenas vimos las tomografías, me acordé de lo que habíamos estudiado sobre la adicción a las drogas, cuando la gente está en un estado de mucha ansiedad: se iluminaron las mismas áreas", dijo Wang.

Este hallazgo permitiría explicar las razones de por qué resulta tan difícil adelgazar y, sobre todo, lo titánico de no volver a engordar, puesto que el exceso de peso tiene además de una base biológica, un correlato evidente en las emociones y la conducta. Si las personas saciadas aún tienen deseos de comer, es porque su mente necesita, igual que un adicto, volver a experimentar satisfacción a través de la comida.

"Con esta investigación se corrobora que el nervio vago es el mediador de la comunicación entre lo que como y lo que siento. Ese nervio lleva la información al cerebro y se activan los centros que tienen que ver con el deseo. Esto implica que lo que busca una persona al comer es la recompensa de una sensación placentera. La gente no quiere la comida o el alcohol, sino la sensación que genera el comer o el beber", explica Mónica Katz, médica nutricionista y directora del Centro de Prevención y Tratamiento de Sobrepeso de la Fundación Favaloro.

Por supuesto que en la actualidad las conductas adictivas son tenidas en cuenta."Donde la adicción es muy fuerte, el tratamiento no pasa sólo por la dieta, sino por un enfoque terapéutico global e integral de la obesidad, abordado por el nutricionista, el tratamiento de las conductas, la actividad física, y eventualmente, por la cirugía si el caso lo requiere y el paciente está en condiciones de llevarla a cabo. Si hay una adicción, ésta debe ser tratada como tal, en forma adecuada a cada persona, nunca puede ser general o igual para todos", explica Juan José Munné, médico nutricionista y docente de la Cátedra de Nutrición de la UBA.

O sea que no estamos hablando sólo de adelgazar sino de abandonar una adicción. Pero a diferencia de otras, lo particular de ésta es que no puede abstenerse de su objeto de deseo: se puede dejar el alcohol, evitar el consumo de una droga, pero no se puede dejar de comer, ya que es una función vital. "Para dejar una adicción lo primero que hay que saber es a qué le es funcional, porque una adicción siempre está al servicio de algo", señala Katz. "Lo segundo es que de la comida no se puede hacer abstinencia. Una persona que no come se come a sí misma. Y esto está documentado, se consumen los músculos, el cuerpo se consume a sí mismo. No hay que pensar que porque es una adicción hay que hacer abstinencia, ni que porque se come menos se tiene menos hambre. El hombre es una máquina que transforma el alimento en energía, la comida es un combustible necesario. Pero además de ser esa "máquina termodinámica", el humano es un ser deseante. Privarse de la comida, es una deprivación hedónica, una restricción del placer, y esto impacta en el cerebro".

Pero, ¿todos los obesos son adictos? "No, pero sabemos desde hace mucho que el tratamiento debe orientarse a la adicción", dice el Dr. Alberto Cormillot. "Cuando hace 40 años se fundó ALCO (Asociación de Lucha contra la Obesidad), ésta se basó en el modelo de Alcohólicos Anónimos. También hay un componente biológico que no se puede tratar. Por ejemplo, un bebé que nace con dos kilos tiene un registro genético que va procurar aumentar su peso y su metabolismo va a trabajar para la acumulación. Entonces lo que se trata es el componente conductual. Es diferente el tratamiento cuando hay un componente depresivo importante. En realidad, todos los gordos saben qué dieta tienen que hacer, lo que necesitan es cambiar la conducta y resolver situaciones que están alrededor del problema. Y hay que entender que esto no es un problema individual, sino social. No podemos pensar que el 60% de los individuos del mundo se pusieron de acuerdo en los últimos 30 años para engordar. Tenemos una industria de la alimentación, una serie de electrodomésticos y comodidades que generan sedentarismo y gobiernos que se instalan en la inacción frente a un problema evidente", subraya.

Por eso, para Cormillot, tener una prueba más de la dimensión neurobiológica de la obesidad no cambiará la situación. "Desgraciadamente la mayor parte de los fondos se destinan a investigación en mecanismos biológicos, pero no se destinan a la investigación de mecanismos psicológicos o sociales. ¿Cuáles son los mecanismos sociales que impiden que en el colegio se les dé comida saludable a los chicos? ¿Qué pasa en la cabeza de la gente que impide tomar medidas frente a esta epidemia?", cuestiona.

"La obesidad fue una de las cenicientas de la medicina", opina Katz, "Hoy hay varias líneas de investigación, pero no hay una planificación coherente. Sin embargo, investigaciones como la de Wang nos empiezan a dar una idea de cómo funciona el cerebro, lo que nos muestra que hay mucho por hacer. Ahora conocemos la anatomía neural de ese fenómeno psíquico que se describe como adicción. Empezamos a trabajar en esta situación que el ministerio de salud describe como una bomba sanitaria. Tenemos que hacer algo. Pero sepamos que si hay un 60% de la población mundial que tiene sobrepeso, y un 40% que ya es obeso, esto ya no es una pandemia; en mi opinión, estamos frente a una transición antropométrica de la especie humana, vamos hacia una especie humana más gordita".

lunes, 27 de julio de 2009

Alimentos adictivos

Es importante conocer cuál es el objetivo de algunas industrias alimenticias para que estemos enterados de la trampa que pueden tendernos algunos alimentos.


Una causa de la epidemia de obesidad-

Explican cómo la industria crea alimentos adictivos -

Publicaron un libro que revela los secretos de la elaboración de ese tipo de comidas.

Jonathan Leake, The Sunday times

LONDRES.- Los alimentos chatarra como las barritas Snickers y el ketchup son irresistibles. Los fabricantes descubrieron niveles óptimos de grasa, azúcar y sal que hacen que sean altamente adictivos, según la ex comisión norteamericana de control de estándares de alimentos.

David Kessler, ex director de la Administración de Alimentos y Drogas (FDA), alertó que los snacks, cereales y comidas preparadas ideadas por científicos en alimentos pueden actuar en los centros de gratificación del cerebro como el tabaco y que los fabricantes están buscando disparar un "punto de éxtasis" cuando se coman ciertos productos, que dejen con deseos de comer más.

"Es hora de dejar de acusar a los individuos por tener sobrepeso o ser obesos -dijo Kessler-. El problema real es que hemos creado un mundo donde la comida está siempre disponible y donde está elaborada para hacer que uno quiera comer más. Para millones de personas la comida moderna simplemente es imposible de resistir."

En su libro El fin de comer en exceso , Kessler cita al ketchup Heinz y al chocolate blanco con moca Frappuccino como ejemplos de los miles de alimentos modernos que han sido manipulados para estimular las sensaciones de placer.

Un estudio llevado a cabo por Kessler con investigadores de la Universidad de Yale utilizando técnicas de resonancia magnética demostró que alrededor del 50% de los obesos y el 30% de los que poseen sobrepeso tenían inclinación a la así llamada "activación excesiva".

"La correcta combinación de gustos desencadena un mayor número de neuronas y hace que se exalten más", aseguró Kessler. El llamado a comer se vuelve más fuerte, lo que motiva que el que come busque todavía más comida.

En otro estudio los científicos utilizaron ratas para estudiar cómo las diferentes combinaciones de grasa, azúcar y sal disparan la liberación de neurotransmisores en los centros de placer del cerebro. La combinación más poderosa contiene sacarosa mezclada con chocolate y alcohol, la misma que se encuentra en postres tales como el tiramisú.

Kessler dijo: "Muchos de nosotros tenemos lo que se denomina «punto de éxtasis», el punto en el cual logramos el máximo placer del azúcar, la grasa o la sal. Cuando se agrega más azúcar, el comestible se vuelve más sabroso hasta que llega al punto de éxtasis, luego se vuelve demasiado dulce y el placer decae. Lo mismo sucede con la grasa y la sal".

En el punto óptimo, la comida estimula el apetito de mucha gente en lugar de saciarlo, según Kessler, que dirigió la FDA entre 1990 y 1997, y que hoy es profesor en la Universidad de California.

Los expertos sostienen que tal evidencia mostró la necesidad de establecer la intervención del estado. Sin embargo, cuando a principios de año Gordon Brown anunció la estrategia "Peso sano, vidas sanas", dijo: "No debería haber dudas de que mantener un peso sano debe ser primero responsabilidad de los individuos, no es el papel del estado decir a la gente cómo vivir sus vidas".

miércoles, 1 de abril de 2009

Cuando la comida sana es una obsesión

En 1997 el Dr. Steven Bratman le pone nombre a lo que pronto se consideraría un trastorno de alimentación: la ORTOREXIA.

El término Ortorexia proviene del griego: orthos, "correcto", y orexis, "apetito", o sea: "apetito correcto".

Bratman describe la ortorexia como una obsesión perjudicial para la salud tal como un trastorno obsesivo compulsivo con una obsesión muy definida: lo que el paciente considera alimentación saludable .

La persona evitaría ciertos alimentos, como los que contienen grasas, preservantes, o productos animales, y comienzan a tener una mala alimentación. Esta mala alimentación lleva a la desnutrición, que es común entre los seguidores de las dietas de la "comida sana".



Cuando comer bien hace mal
La ortorexia y la cultura del narcisismo
La aparición de este nuevo trastorno alimentario no es más que un signo de los tiempos actuales.

Nuestra cultura está en crisis, eso no es novedad: la economía no da respuestas a las inequidades, la psicología no puede con la crisis, la sociología no resuelve la inseguridad, los políticos discuten el sexo de los ángeles y no guían a nadie. Las utopías desaparecieron. La ética del trabajo se transformó en terror a no tenerlo (o
enriquecimientos poco claros). La religión perdió parte de sus antiguas fuerzas;
la solidaridad no es lo que era. “Todo es igual, nada es mejor”. Reina el descontento y el vacío interior.

¿En qué se relaciona esto con la ortorexia? En la búsqueda de una nueva tabla de salvación personal. De alguna verdad que se corporiza en la ilusión de la juventud, la belleza y el bienestar eternos. Aparecen los curanderos, los manosantas, los gurúes, la terapia y los suplementos alimentarios. Los primeros suelen fracasar, la terapia puede ser cara... ¿Cómo salir?

¡Con yogur y germen de trigo! Después de todo, la ciencia y la publicidad así lo afirman... La última década nos proveyó fitoquímicos, probióticos, antioxidantes y sustitutos de la grasa, del azúcar y casi también de la comida. Y muchos enarbolan la bandera de la comida sana como vía de escape y estrategia de supervivencia.

Bajar la grasa, la sal y los aditivos es bueno; aumentar la fibra, también. Psicológicamente, es inofensivo. El problema comienza cuando esto se transforma en culto y despliega sombra en otras áreas de la vida. Eso es la ortorexia.

“Que el siglo 20 es un despliegue de maldad insolente ya no hay quien lo niegue”. ¿Qué queda para el siglo 21? Cuando se agote la ortorexia podríamos ir a la genorexia, a salvarnos por las terapias de manipulación genética. A menos que sobrevenga la revolución del darse cuenta y podamos volver, entre otras cosas, a los valores del trabajo serio, la responsabilidad, la vida familiar y la solidaridad.

Dr Alberto Cormillot (1)




Es un tema serio. Aún así, podemos ponerle una sonrisa.



(1) El Dr. Cormillot es médico, educador para la salud, escritor, conferencista y comunicador social. http://www.drcormillot.com/index.php?s=drcormillot


El artículo pone entre comillas frases del tango Cambalache.

jueves, 8 de enero de 2009

Kilos fuera

¿Quién se ha pesado ya? ¿Cuántos kilos has cogido estas navidades? Seguro que más de uno. Y es que los excesos no perdonan. No son sólo las comidas, demasiado abundantes para lo que necesitamos. También el exceso de alcohol, y el cambio de la rutina, porque aunque parezca mentira en vacaciones hacemos menos ejercicio aún que el resto del año.

Termina la comida de Nochebuena, y normalmente, no se sale. Es decir, te has zampado millones de calorías, para sentarte a ver a Rafael, o quedarte dormido en el sofá o jugar al cinquillo con la abuela. Toda una alegría para los michelines.

Sin ser dietista, que no lo soy, ni médico, ni conocer las necesidades nutricionales de nadie, me aventura a dejaros una propuesta de una semana, para perder un par de kilillos. Si la hacéis, por favor, decid los resultados. De verdad, funciona.

Menú para una semana

Desayuno (igual para todos los días)

1 kiwi + 1 vaso de agua
1 rebanada de pan tostado (a ser posible pan Dextrin, que llena más), con queso fresco, o quesito desnatado o mermelada acalórica
Leche desnatada + café + edulcorante

A media mañana

1 pieza de fruta

Comida

Verdura (la que queráis y en cantidad libre), aliñada con 1 cucharada de aceite de oliva
Carne a la plancha (pavo, pollo o ternera)

Merienda

1 pieza de fruta + 1 yogurt desnatado

Cena

Ensalada vegetal variada (lechuga, escarola, pepino, cebolla, pimiento, apio, ...), con 1 cucharada de aceite de oliva.
3 días de la semana pescado blanco (plancha, cocido o vapor)
2 días de la semana tortilla francesa de 1 huevo
2 días de la semana 2 lonchas de jamón serrano + queso fresco

Antes de acostarse

1 yogurt desnatado o 1 vaso de leche desnatada.


Esta dieta es sólo para una semana, posteriormente, se van agregando pasta, arroz, legumbres, pan, otro tipo de carnes, etc. Pero la primera semana se hace esto. Yo la he hecho 3 veces y las 3 he perdido al menos dos kilos.

¡¡Suerte!!